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CUBACRÓNICA V – Guerra en el Colina / Paz en Colombia

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Cuando compré la estadía en el Hotel Colina, desde Caracas, me indicaron que no podía tomar las fechas del 30AGO al 07SEP para regresar el 10SEP y salir el 11, sino que debía usar también los días 8 y 9. Así que compré los 11 días de estadía y di por perdido el dinero correspondiente al alojamiento los días del campismo.

Sin embargo, de acuerdo con el registro de la empresa que maneja ambos hoteles, Gran Caribe, yo sólo estaría allí hasta el 7 y no hasta el 11. Mi factura indicaba lo contrario así que cada día en la mañana preguntaba qué había pasado con el asunto de las fechas. Invariablemente me decían que no tenían la información, que entrarían en contacto con Caracas, y así.

Como había comentado antes, me habían trasladado sin aviso y sin protesto, pero sobre todo sin explicación, al Hotel Vedado, así que ya todo me importaba bien poco… en la tarde del lunes habían avisado a todos los troperos (menos a mí) que debían trasladarse al Hotel Colina.

La ruta entre los dos hoteles.

Supongo que dijeron: “si estos coños se van a meter en la piscina con ropa todos los días en la mañana… ¡mejor los mandamos a un hotel sin piscina!”. En su momento, este servidor volvió a preguntar por su caso a ver por qué movían a todos los troperos, menos a mí. Me dijeron que estuviera tranquilo, que estaban averiguando, etc.

Como les dije, no recuerdo con exactitud cómo terminó la noche del lunes. La lógica dice que con tanto peso que cargábamos encima nos debíamos haber ido derechito al hotel a dejar las cosas y después saldríamos, quizá, al Malecón Habanero.

Ahora recapitulando, recuerdo que estuvimos cantando en el malecón un pequeño piquete: Carito, Angélica La Flaca, Denisse, Carlos León, Andrés Calzada, Oswaldo Cabrera, Andrea Hernández, Richy Ramos y Héctor Trujillo. Ahí se nos sumó un joven guitarrista llamado Ernesto (adivinen en honor a quién) y que trabaja cantando para los turistas en el pequeño circuito del Malecón.

Cuando Ernesto se enteró de que quien conversaba con él era el mismísimo Carlos León, inmediatamente lo reverenció porque había visto alguno de sus documentales, y porque su papá le había hablado de Carlos. Así que el muchacho estaba alucinando con esta gente que había venido de tan lejos para ver a Silvio y que además andaba tomando ron, nada más y nada menos, que con Carlitos León, en el malecón de La Habana… 😛

Al lado nuestro una voz gritó “¡10 pesos a quien me diga quien es Mario Moreno!” y yo que andaba con las antenas encendidas, digo: “¡Cantinflas!”“¡eso es, toma!” y quien me está entregando el billete es el chulo de las musas de La Habana que andaba sin manzana en la cabeza. Un tipo muy bien vestido y que se daba el lujo de entregarle 10 CUC al primero que diera una respuesta correcta, porque sus musas (que dicho sea de paso, eran musos, todos travestis y evidentemente en onda de altura) no tenían ni idea.

Al ver la clase de personajes con los que había topado, Carlos León entró en alerta; me imagino que pensó que esa gente me iba a hacer daño o a intentar estafar. Yo que estaba muy tranquilo y a esa hora aún muy lúcido, le dije al proxeneta: “caballero, no te lo puedo aceptar, fue una pregunta muy sencilla” y él, “tranquilo, nada te compromete” y en eso saltó una de sus “ninfetas” y chocando, explotando y rebotando no por quinta avenida sino por Cruz de Infanta, se fue con el billete a comprar una botella de ron, que se tomaron entre ellos muy rápidamente. Luego se borraron de ahí.

La gente se fue dispersando y regresé cerca de las 6:00 a la habitación. Pero no encontraba las llaves. Era el efecto combinado de la ingesta etílica y la diversidad de objetos que traía conmigo: una jabita (bolsa) anaranjada en donde venía el libro y un sin fin de cosas; el cuatro, las maracas… parecía un ekeko. Así que a esa hora y con mucha vergüenza le pedí a una señora que me abriese la puerta de la 422, porque “le había dejado la llave a otro compañero” (qué vergüenza). La señora con total amabilidad me abrió la habitación y me metí con mis bártulos a dormir el tiempo que pudiera. Ya estaba haciéndome a la idea de un régimen 21×3 (21 horas despierto y 3 de sueño), que no sabía si podría sostener toda la semana, que apenas comenzaba.

El martes en la mañana me desperté como a las 11:30. Revisé mis ojos que aún estaban seriamente irritados y, con la lengua pastosa, decidí que era hora de asearme. El teléfono sonó, como sabiamente predijo Pánfilo (*), en medio de una sabrosísima ducha con agua caliente (sí, sí, yo me baño con agua caliente en La Habana) ¿Y QUÉ?

Yo no sé qué poder tiene el teléfono, pero uno siempre sale a atenderlo… la voz angustiada de la operadora me recordaba que debía irme del hotel, porque a mí me tocaba en el Colina, que me estaban
esperando allá.

Y yo completamente mojado, desnudo y claro está, muy molesto: “bueno, pero yo les pregunté ayer…” y la voz: “pero tiene que desocupar antes de las 12 o le cobraremos el día siguente”. Y yo por dentro “estos hijosdep… si les pregunté ayer mismo y les he preguntado todos los putos días”… ¡me queda menos de media hora!

A terminar de bañarme coño. Simultáneamente tocan la puerta del cuarto y, suspirando, cojo la toalla, me envuelvo en ella con la esperanza de que se trate de una hermosísima vestal habanera que se aproveche de mi encuerez. Pero ¡qué decepción!  Era Richy Ramos, que venía angustiado, recogiendo gente porque había que ir a la actividad de los niños de la escuela; que habían cambiado la escuela, que quedaba en donde la 3,14; que había que apurarse.

Afortunadamente ya tenía casi listo el trabajo de limpieza corporal, así que en menos de 3 minutos me había terminado de asear y me dedicaba al secado. Bajo la mordaz insistencia telefónica de los responsables del Hotel Vedado y con muchísimo apuro, hicimos lo más fácil: envolvimos todas mis pertenencias en una sábana y literalmente la vaciamos dentro de la maleta, que por cierto, había perdido una rueda. Así mismo, salimos del hotel sin siquiera entregar la llave (que conservo para mi registro turístico).

En menos de 10 minutos habíamos volado al Hotel Colina en donde ni siquiera sabía qué habitación me iba a tocar. Así que dejamos todo en la habitación de La Joya y El Abuelo, y bajé a comer algo mientras los subnormales de Gran Caribe terminaban de averiguar dónde era que se suponía que yo debía estar.

Los tipos (y las tipas eh, que la igualdad sexual también se nota en las cosas malas) no sabían de mí, ni de cómo había ido a parar a El Vedado, ni de un carajo. Yo les dije, coño, ustedes, la misma empresa, me han mantenido desinformado durante toda la semana y hoy me sacan casi a empujones de allá, porque dizque me toca aquí.

Ellos: “un momento señor… es que no aparece su nombre…”

Yo intentaba mostrarles mi reservación, que estaba en el forro del cuatro, y ellos no me hacían caso… era como si yo no estaba ahí; o sea, como no estaba en los registros, tampoco existía; me sentí un poco como el Txema días antes… 

Me fui a buscar una Bucanero (con mayúsculas porque era mi desayuno) y regresé al lobby en donde me esperaba Richy con otros troperos muy apurados por salir a la escuela. La señora del hotel finalmente descubrió el apellido Parra entre sus registros y determinó que mi habitación era la misma que la de Ricardo Silva, lo cual procedió a comunicarme. Y yo NO, NO, NO, no sean irresponsables… Primero averigüen y no me jodan más hasta que sepan cómo es la vaina. Mi habitación es individual.

Finalmente lo logró: era la 410. No obstante aún se demoró como 10 minutos más en un registro en el que yo no participé ni para decir mi nacionalidad… todo esto mientras yo consumía aburrido mi latica de
bucanero. Cuando termino el registro, la señora me dice que sí que es la 410 y que aquí está la llave… cógela. 

Cuando fui a tomarla, me la retira de la mesa y me pide el pasaporte. Y yo ahora sí arrebatao: “¡COÑO, Mi pasaporte está en alguna parte de la maleta que me obligaron a sacar contra reloj del hotel Vedado; estoy en esta mierda SIN CALZONCILLOS, SIN PASAPORTE Y SIN MALETA PORQUE USTEDES ESTABAN MUY APURADOS! Váyanse pa la mierda, yo tengo un compromiso AHORA MISMO.”

El Conservatorio Amadeo Roldán

Me fugué a la habitación de Oswaldo, busqué volando los libros que había llevado, que eran 28 paquetes de librillos infantiles que iban a la Manuel Saumell; pero por esas cosas del destino y los reparadores de sueños, la escuela a la que fuimos era el Conservatorio Amadeo Roldán, una escuela de música con un alumnado brillante.

Ya en su última etapa en el conservatorio, un jazzista impresionante

Lo que nos mostraron esos muchachos en todo aspecto fue fabuloso: desde el piano clásico, pasando por el jazz y culminando con el cubanísimo son, esos chamas están listos para cualquier escenario. Por culpa de los subnormales de Gran Caribe ese concierto fabuloso no lo pude grabar. Y bueno, los librillos infantiles seguramente les serán muy entretenidos pero menos útiles.

Una intérprete de primera. ¡Qué manos!

Por cierto que algunos tipos muy morbosos estaban babeados con la pianista de la foto que anexo. Y yo les digo a los sacrílegos que esa niña tiene como 16 años, que me recuerda a mi hija… entonces uno de ellos que no voy a nombrar y que se hinchó de hacer fotos, me dice ¿tienes fotos de ella? (de mi hija) así que me pongo a revisar la cámara y resulta que sí. Se la muestro. “¡SUEEEEEEGROOOOO!”  ¡así me ha dicho el sjueputa! y de ahí en adelante tuve mi yerno para todo el viaje, porque además el remardito salió después que yo de La Habana…

Nada que envidiarle a los mejores.
Este trío también se botó

Bueno. Tras el conciertazo repartieron un refrigerio y yo no tenía hambre. Lo que yo tenía era sed. Muy seco, muy seco… Glendita me obligó a agarrar el sanguchito y yo sólo quería líquido. ¡Los degenerados del refrigerio no llevaron bucanero! Total que para librarme de Glendita que me tenía frito con el tema del sanguche, lo cogí y lo metí en el forro del cuatro, también, prometiéndole que me lo comería más tarde.

La gente del Amadeo Roldán. Nuestro agradecimiento por la increíble muestra.

Culminado el abrazo musical que nos dieron esos muchachos, regresé al Colina junto a Kelvin Padilla. Entré con mi mejor cara de culo, le pasé por un lado al lobby con la misma actitud de Héctor Lavoe (ni pa’llá voamiral) y subí directamente a la 414 de La Joya y El Abuelo. Busqué mi pasaporte y ahora sí, con toda la amabilidad y calma del mundo, resolví lo atinente a mi habitación. 

Homenaje a Ileana

Salimos de allí, dos bucaneros por favor, y nos fuimos caminando en dirección a La Jiribilla. Pero como Kelvin tenía años sin ir a La Habana y yo andaba más distraído que de costumbre, la caminata se nos hizo más larga que el tiempo del que disponíamos. Juro que yo no quería hacerlo, pero lo primero que pasó fue un Coco Taxi y así me metí por primera (y espero única vez) en uno de esos transportes turísticos.

Ileana, en el lápiz de Garrincha

La muestra en honor a nuestra querida Ileana fue muy breve pero también muy emotiva. Colocaron un video en el que aparecían los troperos cubanos cantándole a Ilo, y además había gran cantidad de obras
pictóricas dedicadas a la ausente más presente en el encuentro. Ilo además era dueña de uno de los carros más interesantes de La Habana; increíblemente decorado y al que creo que llamaban “El Pene Volador”. 

El pene volador. Foto de 2007.

Repasada la muestra, asistimos a otra descarga musical; esta vez de trova, encabezada por Inti Santana, Mundo Paripé… y con la presencia junto a otro trovador (favor recordarme los nombres, que no los tendré
claro hasta escuchar todos los audios) de un percusionista genial que mientras hacía una rítmica con las manos, hacía otras con la voz, así que a pesar de estar tocando sólo un cajón peruano, él completaba con
vientos, sonidos acuáticos o guturales todo un paisaje rítmico. En realidad un tipo tremendo.

Inti Santana y su Mundo Paripé

También se presentó Yolo, quien ha sido alabado por todo el mundo durante 2012. Cuando comenzó a cantar pensé que era uno más y ni siquiera me gustó lo que estaba haciendo, que me pareció una burda imitación de Milton Nascimento. Pero luego el chico fue tomando su propia personalidad, con una fortísima influencia brasileña pero dentro del mundo del son y la trova; en plena cubanía. Me gustó mucho el trabajo de este muchacho. 

La nota de ese pequeño concierto la puso un vecino que gritó desde alguna ventana “¡caballero a ver si van terminando que se hace de nocheeeee!” Y el pobre Inti tuvo que responderle por el micrófono, para
que se calmara. Todos soltamos la risa en ese momento.

La noche se definió en un parque muy cercano a La Jiribilla y cuyo nombre desconozco pero en el cual recuerdo haber compartido también en 2007. En ese parque estuvimos en aquella ocasión con Frank Delgado. Esta vez la nota fue encabezada por los Compañeros Poetas, Andrés Calzada que tocó lo suyo, al igual que Mandy y un tropero cubano nuevo cuyo nombre no recuerdo ahorita mismo.

En varias canciones me tocó aderezar la guitarreada con el cuatro y coño, me pidieron La Vaca Mariposa…
bueh, otra vez. La guitarreada estuvo muy buena y al igual que la noche anterior, la gente se fue retirando como en spray; poco a poco. Más o menos a esa hora me acordé de cierto sanguchito que tenía almacenado, como las ardillas… ¡y estaba muy bueno!

Los Feliú y Kelvin Padilla en la descarga del parque

Pero esa noche nos sorprendería un evento más. Sin saber de dónde, llegó Malena en su corcel de acero, a comunicarnos la buena nueva: que se había anunciado el proceso de PAZ en Colombia, y ahí sí que gritamos todos de felicidad al saber lo que se iba a producir entonces; un proceso de pacificación en el país suramericano que produce mayor cantidad de desplazados.

La participación del gobierno cubano fue clave para que las partes llegaran a acuerdos mínimos, así que nuevamente GRACIAS, CUBA. Malena se había enterado ya casi a punto de dormir, así que la muy emocional, (Ya tenerán, ya tenerán… ¿qué es lo que tienen las mujeres de la Habana?) simplemente se puso un pantalón y ¡salió en moto con la parte de arriba de un conjunto de dormir! Menos mal que era
de noche jajajaja. Malena se llevó a Richy en la moto dado que él dormía allá.

La noche cierra con Ángel La Fiera, Savignon, Carito, Angélica La Flaca, los Desarmables, Yeyo, Arielis y un servidor, comiendo pizzas de 7 pesos a una cuadra del Malecón, y luego yéndonos en máquina al Colina. ¿Al Colina o a otra parte? ¡qué se yo a estas alturas!…

Si aguantaron ésta, la historia continuará…

(*) Escuchar “El teléfono carpintero” de Las Ardillitas de Lalo Guerrero

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