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CUBACRÓNICA IV – Colirios de Fresa y Chocolate…

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Me despierta la llamada de Carlos León, quien con su voz de trueno me dice: “¿Por qué coño no apareces?” Y yo medio dormido y completamente disfónico por los excesos de la noche anterior, trato de asimilar qué pasa… Tras comprender que se trataba del Puro, le digo ¿cómo que no aparezco? y me suelta: “¡claro coño, que te toca cantar hoy y no hay cómo localizarte!”…

¿WTF? tengo que cantar y estoy disfónico… “Pues ve a ver QUÉ COÑO HACES, pero tú cantas hoy, carajo”. Regañado a primera hora nada más ni menos que por Carlos León. Lo que no se puede negar es que me regaña gente cojonuda.

Carlos León, cineasta y poeta

Se suponía que estaba despierto pero, contrariamente a la costumbre, todavía no he abierto completamente los ojos. Está claro que me había acostado muy tarde (muy temprano, dirán otras lenguas menos delicadas) y que seguramente mis párpados estaban pesados como para abrirse; así que hago fuerzas… pero no. Tengo pegamento en ellos. Me dirijo al baño viendo por una rendija y lavo concienzudamente mi cara, con el objetivo de sacarme la inmundicia de los ojos y poder abrirlos como se debe. Pero el panorama es realmente horrible y, asustado, me hago un par de fotos para testimoniar el hecho. Tranquilos, tengo mis momentos escatológicos pero en esta ocasión les ahorro la imagen.

Conjuntivitis, se le llama. Me acordé de Glenda, la super médico, y de cómo en Caracas sabría exactamente qué hacer.

Ya había sentido alguna molestia que había atribuido al cambio de clima, al sudor, a algún roce con las manos sucias; al fin y al cabo en La Habana tengo más contacto con Bucanero, Planchao y Havana Club que con el agua del grifo. Incluso más que con los pomos de Ciego Montero. Pero esto ya era una guerra declarada por parte de los microbios cubanos contra un inmigrante. Primero la santanilla y ahora los “conjunticocos”. Así no se puede caballero.

Me lavé lo mejor que pude y calculé que sólo con mucha suerte encontraría desayuno, dado que me levanté tarde. Apuro las cosas y llego a tiempo para el banquete. Esta vez debo asustar a las camareras, al
señor del café y a todo el mundo, porque tenía los mismos ojos que el bebé de Rosemary*, pero más pequeños y asesinos. Tras el desayuno, en el que me encontré con Txema y Héctor Trujillo, salgo con mi pasito apura’o pero no a verme con mi potranca que me tiene embarbasca’o, sino a buscar
con urgencia una farmacia para comprar algún tipo de colirio.

La ecuación va así:

La Habana + Bucanero + Ron x 2 semanas  = no voy a tomar antibióticos, así que colirio pa’ aguantar el trance.

Malena aplaude y Richy atento a la cámara

Ubiquémonos.

Se suponía que yo me debía alojar en el hotel Colina; pero desde el 30 de agosto en la noche me habían enviado sin aviso ni protesto al hotel Vedado, en el que aún estaba alojado a pesar de que pregunté mil veces en la recepción por qué me tienen ahí y hasta cuando (favor recordar esto para la próxima crónica).

El Vedado está en 29 y O, muy cerca de Cruz de Infanta. Los que no lo tengan muy claro, busquen La Habana en Google Maps. La primera farmacia a la que me acerqué fue a la de 23 y C (creo), así que ya había caminado unas 14 cuadras. Allí pido un colirio y me informan que 2 pesos MN (una ganga), y me dispongo a entregárselos con felicidad absoluta. Pero no, resulta que a pesar de mi mirada diabólica y entrecerrada, requiero un récipe.

¿Cómo lo obtengo? le pregunto raudo a la señorita que me atendía, quien me da la dirección del médico allaaaaaá abajo, más o menos a 4 cuadras del hotel… pero más lejos… GRRR… En ese momento no se me ocurrió ni por asomo la posibilidad de sobornar a la compañera, acto que me sugirieron luego y me hubiera resuelto la astilla pero también entra en conflicto con mis ideales.

Decido probar más cerca que en donde el médico: la farmacia del Habana Libre. Allí no había colirio pero sí unas pastillitas muy buenas para la garganta, según la dependiente. Luego comprobé que el caramelo refrescante funciona mejor.

Al final, apelé a un remedio que conozco bien, porque lo uso en Caracas cuando tengo algún problema de irritación ocular: agua con limón para desinfectar el área. Así que busqué un “nailito” de limones, un agua desinfectada (el señor Ciego Montero es mi testigo) y me hice una limonada sin azúcar que limpió rápidamente la superficie del ojo y mágicamente restituyó el color blanco al borde ocular.

En casa de Malena dormían todos, menos Richy, con quien me había encontrado previamente. Como no íbamos a despertar a la gente, nos fuimos a comer hamburguesas en 23 y G, con moneda nacional. 12 pesitos cada uno y listo, par de hamburguesitas con un juguito.

La acreditación en Fresa y Chocolate

Es el día de la acreditación así que nos dirigimos a un lugar mítico: el espacio maravilloso de La Curvita, o sea, 23 y 12 que, tras haberse grabado en él varias escenas de la película Fresa y Chocolate, adoptó ese mismo nombre. Así llegamos a Fresa y Chocolate en donde volvimos a encontrar a la tropa ampliada.

La acreditación marca el inicio formal del XVI Encuentro Tropero Cuba 2012 y en ese evento se hace entrega de identificadores, algunas claves para quienes no conocen la ciudad, franela oficial del encuentro, y por supuesto, para eso se instala un aparato burocrático que en esta ocasión estaba representado por Vani, Pablo y Lizett.

Como es natural, la secretaria de recepción (Vani) estaba conversando animadamente con otra tropera, una argentina de baja estatura pero altísimos kilates; ignorando olímpicamente la cola que se le hacía en la taquilla (Luis Martínez y yo)…

Taquilla de información:

– Buen día, compañera, yo vengo del municipio para un traslado, porque necesito un cuño (un sello) que
me dijeron que se necesita y…

– ¡Coño, Parra, ya vas a empezar!
– Compañera es que yo necesito hacer el traslado y me falta el cuñito
– Pérate que no estoy pa’ eso ahora- (en Cuba, ahora es ahorita ya; y ahorita es dentro de un rato; estos cubanos están majaretas)
– Compañera no sea cuadrá, ya conseguí el cuño del CDR y de la brigada, ahora nada más me falta el cuño de la provincia…

Tras un buen rato de joda, logré el cuño. Ahora a la taquilla II, en donde más o menos con la misma tónica se desarrolló el diálogo, pero con Lizett, quien tenía bastante menos paciencia que la compañera del Buró I, pero al final logré sacarle una sonrisota. Pablo, encargado de la entrega de los enseres adicionales, decidió democráticamente el color de mi pulover (franela/remera/polo) y me tocó ADIVINEN… Rojo rojito. No sé de dónde sacó esa conclusión… bello mi pulovito.

Cantando en Fresa y Chocolate

Mientras tanto mi garganta estaba bastante maltratada (y no se ha recuperado del todo aún), y me tocaba cantar más tarde. Por su lado, afuera del local, en el jardincito del mismo, los Compañeros Poetas,
Pablo y Diego, habían armado un mini concierto a dos guitarras, al que me incorporé con mi cuatro venezolano. La cosa sonaba genial y espero poder compartir ese audio pronto con ustedes. (Edwin ya me está enviando los archivos. En Colombia la amenaza del man de la moto es muy efectiva).

De repente una voz solemne nos indica que, o entramos, o a patadas nos agarran… era Carlos León, poniendo orden a los fascinerosos saboteadores del evento principal. Así que entramos y muy juiciositos nos dispusimos a atender.

La primera actividad de La Poesía Encordada (así bautizó El Puro al evento, en el que se pretendía recordar a Noel Nicola) era la entrega de un libro a los troperos. Se les iba llamando ¿Por orden? y cuando me toca, veo con emoción que se trata del Cancionero de Silvio Rodríguez y que ¡COÑO, ESTÁ AUTOGRAFIADO! A partir de ese momento, ya supe que lo que venía de encuentro iba a ser realmente fabuloso, porque si en el primer primerísimo día ya nos aturden con un autógrafo del Aprendiz; lo que vendrá después tiene que ser realmente fantástico.

Una vez superada esa fase, yo tenía en mi poder los libros de 5 troperos aparte del mío y ya me iba preguntando cómo iba a ser la logística para llevarme todo ese material (gracias a Héctor Trujillo que dividió conmigo el peso). 

La noche discurrió entre poesía en la voz sólida y vibrante de Carlos León, que aprovechaba para presentar a los asistentes. La trova en voz de Tony Ávila, la poesía desgarrada de Edwin Ciro y Carlos Andrés Cardona, describiendo las cruentas realidades sociales con las que convivimos allá en Colombia y aquí en Venezuela.

Edwin Ciro, Colombia.
Carlos Andrés Cardona, Colombia

También se presentaron los Compañeros Poetas, que luego nos regalarían a cada uno una bandera argentina, detallazo que a mí personalmente me encantó.

Pablo y Diego, los Compañeros Poetas

Luego me tocó el turno de hablar y cantar con el poquitico de garganta que me quedaba. Fue entonces cuando ocurrió lo inimaginable: “me vi enredado en otras cosas, Caballo Viejo, Pueblos Tristes, y La Vaca Mariposa se puso de moda”…

Eduardo Parra, Venezuela

Después de ese exquisito momento, recordamos a otra gran artista cubana ya desaparecida; la gigante Sara González, y otra vez Carlitos León tomó la palabra para declarar oficialmente al Fresa y Chocolate de 23 y 12 como SEDE VITALICIA DE LA TROPA CÓSMICA… Así que ya saben, tropero que se respete debe hacer su peregrinación a Fresa y Chocolate y orar El Necio cinco veces al día, inclinándose en dirección a La Habana. He dicho.

Luego claro vino el bembé, el sabor, la bailadera y el son… empezó nada más y nada menos que con Los Van Van, quienes nos mandaron a mover ¡Muévete, mueveteeeeee!  y de ahí en adelante sólo recuerdo que bailé un ratote con Carito, Andrea y las Angélicas (La Flaca y la Mechis), es decir, con las colombianas, que como es natural, bailaban en mi idioma suramericano. Ocurre que sufro de una proverbial incapacidad para bailar al estilo cubano (asunto a corregir si es que pretendo tener algún éxito con el baile y las cubanas). Nosotros aquí bailamos con la percusión, contando cuatro pasos (1,2,3,4) y arrancando en uno. Los cubanos escuchan el bajo y cuentan sólo tres pasos (1,2,3) arrancando su movimiento en el 3, tras una breve pausa que correspondería al segundo tiempo de baile. En fin, que en teoría me sale muy bien, pero bailar en ese orden me descuadra completamente y termino decepcionando a la dama.

¿Que cómo terminó esa noche? joder, no me acuerdo… pero créanme que esta historia…

Continuará…

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