Crónicas Argentinas – La oficina comestible
Al país de Piazzola, de Evita y de Gardel, se le puede llamar República Argentina, Confederación Argentina, e incluso como Provincias Unidas del Río de la Plata, de acuerdo a la preferencia del referente, dado que los tres nombres son oficiales.
Caniggia y otras estrellas internacionales.A veces, cuando se habla de baloncesto, se acompaña de fuertes improperios, porque la pandilla de Uranga y Melanesio (aún no aparecía Ginóbili) era una verdadera pesadilla para la selección nacional de
baloncesto, incluso en los tiempos de los famosos Héroes de Portland (Carl Herrera, Gabiel Estaba, Kako Solórzano, Sam Sheppard, Alex Nelcha, Luis Jiménez, Rostin González, Víctor David Díaz, Iván Olivares, Melquiades Jaramillo) que ganaron plata en el preolímpico del 92 y sólo fueron derrotados por
el Dream Team, con Jordan, Magic Johnson y Larry Bird.
Ese año Argentina no figuró y los brasileños comandados por Oscar Schmidt recibieron las preseas de bronce con cara de asesino serial. Schmidt, rabioso a más no poder, se la quitó apenas se la colgaron.
Comelones convictos y confesos
A Natasha y a mí nos gusta comer. Mucho, mucho. Nos gusta comer frecuentemente, en buena cantidad y de preferencia, conocer nuevos sabores, explorar la gastronomía dentro de nuestros propios límites de seguridad, que en mi caso son bastante amplios. Pero nuestra cultura general que, modestia aparte, tampoco es mala, no nos había preparado para un país que, literalmente, se come sus insumos de oficina. ¡Facturas y minutas! ¿Dónde se ha visto eso?
Veamos: un venezolano normalmente procura desayunar con arepas o empanadas (sabores salados), café y quizás un jugo de frutas. Otra opción es un sandwich, con relleno a gusto del comensal. Es muy raro que en el desayuno aparezcan elementos dulces como la mermelada, tan común en el famoso “desayuno americano”.
argentinos adoran desayunar con panecillos o preparaciones de hojaldre que a primera vista parecen un cachito (croissant) pero que son visiblemente más pequeños, suelen ser de unos 10 cm, a diferencia del croissant que es notablemente mayor. Esta delicia se llama “medialuna” y puede ser “de manteca” (dulces) o “de grasa” (saladas). No se puede negar que son honestos con el contenido calórico de las medialunas.Pero ya los venezolanos, y seguramente buena parte de los caribeños, habrán adivinado que son una putada esos nombres para distinguir lo dulce de lo salado. Entre otras cosas porque para nosotros grasa y manteca son, en general, la misma cosa. En fin, lo cierto es que, para nuestro paladar, ¡tanto las medialunas de grasa como las de manteca son dulces!
Una medialuna de grasa tiene un sabor similar al de nuestros cachitos o croissants, mientras que las de manteca son más dulces. Todas son estupendas para mojar en el café. El café es otra de esas cosas que tiene azúcar. No es que te sirven el café con azúcar cuando lo pides en un local; es que el café molido, para colar en casa, viene con 10% de azúcar. Nos costó un poco pero ya localizamos dos marcas de café que vienen sin azúcar añadida.
Burocracia para el paladar: facturas y minutas
Las medialunas forman parte de una gran familia de preparaciones que en Venezuela conocemos como “dulces de panadería”, y a la que acá llaman “facturas”. Las facturas son de masa, a veces de hojaldre, e incluyen variedad de cremas y frutas, o chocolate, o de dulce de leche que es de los mejores del mundo (aquí las vacas dan para todo). Es muy gracioso para nosotros ver los anaqueles llenos de dulce de leche (que se unta al pan en el desayuno), ocupando un lugar similar al del Cheez Wheez o la Rikesa en nuestros mercados.
Volviendo a la dulcería, hay que decir que al principio nos moríamos de risa porque con nuestra imaginación, que funciona como la de Walt Disney, nos hacía pensar en comernos una libreta con obligaciones de pago cada vez que nos hablaban de comer facturas. Claro, en este caso factura se refiere al factum; a lo hecho, o sea que una factura en realidad es una hechura. En fin; cosas de los argentinos.
torta ópera o una trufa no lo es.
Bifé de chorizo: es una chuleta de res, muy gruesa, sin hueso y a la parrilla. En otras partes se le conoce como entrecot. En las carnicerías se pide con el mismo nombre: “bifé de chorizo”, nombre adquirido porque al tomarlo por una punta y colgarlo se parece a un chorizo. Para nosotros es el solomo de cuerito.
Tostados: sandwiches de pan tostado. Si lleva salsa de tomate (ketchup), lo llaman “carlitos”.Todos estos platos pueden variar y acompañarse con papas fritas o en puré. También hacen puré de auyama (calabaza / zapallo) y ensaladas.
La minuta puede ser un bocadillo pero también un almuerzo completo. Y la verdad es que en Argentina se come muy, muy sabroso. Mientras proceso el azúcar iré redactando la próxima crónica. ¡Nos vemos!.