Crónica,  Viajes

CUBACRÓNICA II: Malena canta el tango.. y Liuba también

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Me levanté muy rápidamente. La inquietud de estar en La Habana no me dejaba tranquilo y a pesar de que Vani nos mandó a hacer pipí y a dormir (muy a mi pesar, que me estaba gozando el malecón como se debe), estuve en vela un buen rato más.

La cosa es así: en la crónica anterior se me olvidó comentarles que no estaba alojado en el Hotel Colina sino en el Hotel Vedado, por una de esas cosas locas que pasan en La Habana… o en Caracas, o en Guayaquil… estoy seguro de que en todo el continente.

Lo cierto es que me habían mandado con mi maleta al Hotel Vedado la noche del jueves y debido a esa causalidad, cuando regresé -sin sueño- al lobby del hotel, me encuentro con un trío (dos chicas y un muchacho) que cantaban los éxitos del bolero y el son cubano con mucha gracia y tino. Se trataba del trío Yaraguay. Evidentemente, había encontrado excusa para quedarme despierto por allí.

Como me había llevado la grabadora, con total impunidad me dediqué a registrar sus voces y el impecable trabajo en la guitarra que hacía el único hombre de la agrupación. Una vez que terminaron el set, me acerqué a ellos y les mostré lo recién grabado. Armado de audífonos, el joven parecía extasiado ante un sonido que él mismo había producido pocos minutos antes, y realmente no podía creer que sonara tan bien. Eso motivó a que me invitaran al área de la piscina para conversar con calma, en donde también se incorporó el sonidista, que cantaba también.

Nos pusimos a conversar y en fin, a arreglar el mundo de la música, los estudios de grabación y poco a poco ellos iban descubriendo con estupor que si en Cuba hay filtros para lograr grabar en un estudio, en estos países también los hay, sólo que dirigidos desde el otro lado de la moneda. Como cargaba el cuatro, se mostraron interesados y entonces nos pusimos a tocar un tema archiconocido: Yolanda, de Pablo Milanés, en improvisación para 5 voces, guitarra y cuatro. Quedó muy bien pero está entre los archivos de la grabadora que se quedaron en la computadora de Edwin Ciro y que debo recuperar lo antes posible.

¿OYÓ EDWIN CIRO? Mire que si no le mando al man de la moto…

Agotado el set, me fui a dormir como a las 3 de la mañana.

Creo que es primero de septiembre…

Como les había dicho, me levanté muy rápidamente; después de un opíparo desayuno (tanto los del Vedado como los del Colina son tremendos y alcanzan para pasar el resto del día haciendo fotosíntesis) me dirigí de nuevo al Nacional, a fin de revisar las respuestas a los correos enviados el día anterior, y al salir recordé que la casa de Malena estaba más arriba de Coppelia, en línea recta. También recordaba la
entrada a su casa y la escalera de metal a un lado de la entrada. Esa fue la clave. Subí sin apuro, pero sin pausa, por la acera del Pabellón Cuba.

Al llegar al Cine Yara supe que debía cambiar de acera porque la casa estaba por el lado opuesto, más arriba del Coppelia. Así que seguí por la acera del Habana Libre y llegué al Quijote. La venta de libros estaba cerrada, así que seguí sin parar hasta que topé de frente con la Avenida de los Presidentes. Me dije que iba bien, que debía estar cerca… y finalmente vi a mano izquierda el zaguán que termina en la inconfundible fachada de la casa de Malena. 

La puerta siempre abierta, la reja de la entrada fácilmente franqueable, y yo confiado porque estoy en La Habana, me dirijo a la puerta, entonces lo veo: Richy Ramos en persona, haciendo no se qué con
una laptop, y el saludo “¡Parra!”… y yo ya en habanero suelto “¡Coñooooó, Richy, asere…! ¿cómo tú andas?” Y ya, salió Malena y vino el festival de abrazos.

Allí estaba ya toda la familia a pesar de que Sandrita y su compañero (I Light) viven en otra casa, lo mismo que Carlitos (es un decir, el tipo mide como 1.80) y su novia Daniuska (le comentaba que se llama igual que mi hija mayor, sólo que en ruso); pero lo cierto es que de pronto había full house. Serían como las 11 y nos pusimos a conversar con un gusto que no se pueden imaginar, acerca del mundo, de las elecciones venezolanas, el censo en Cuba, la violencia en Guatemala y Caracas, la paz de La Habana, el malecón y la falta que le hace a uno esta ciudad que arranca el alma…

De pronto dice Malena, ya vamos a almorzar… y yo -que estaba presto a la fotosíntesis- no me había percatado ni de la hora ni de que el resto de los humanos no hace fotosíntesis. En estas circunstancias, me pareció que lo prudente era aportar algo al banquete, porque además negarle algo a Malena es punto menos que imposible. Cuando a uno se le acercan con tanto amor y te ofrecen con tanta alegría, y la ves en los ojos de la gente, negarse es ridículo. Así que me fui con Richy a comprar aguacates y un nailito de limones para hacer una limonada que me quedó mas o menos… bueno, a mí me gustó.

Tras ese almuerzo, no sé qué tenía que buscar en la habitación, así que bajé hasta 29 y O (Hotel El Vedado) y nos encontramos en el lobby al Txema, quien estaba tratando de verificar su propia existencia. De acuerdo con el hotel, Txema era etéreo, inexistente, y la humanidad del mexicano se empeñaba en plantear lo opuesto: ¡el Txema existe!. Total que para resumir, dejamos su maleta en mi habitación y lo secuestramos, y nuevamente se armó la tertulia en casa de Malena.

Liuba

 

Pero aún faltaba el plato fuerte de la noche: el concierto de Liuba María Hevia. Resulta que esa noche Liuba presentaba su más reciente producción, una compilación de tangos que, sin duda alguna, esa mujer canta magistralmente. Nos fuimos al teatro Mella, una estructura hermosísima, con un diseño interno que te hace pensar en el mar, y como muchas veces me ha dicho Glenda “en donde todo se oye porque cuando los diseñaron no había equipos de sonido”.

 

Rosa Matos

El concierto tuvo música, coreografía y drama. Actores y actrices recreaban el malevo y las calles del arrabal bonaerense; y sólo el caoba profundo en el rostro de una de ellas te recordaba que ¡ojo! estás en
pleno trópico. Liuba cantó todos los clásicos del tango, comenzando y terminando con Volver, pero también Caserón de Tejas, Sus ojos se cerraron, El último café, Malena (que canta el tango como
ninguna), Vuelvo al sur… una cosa espeluznante y maravillosa a la vez.

Con Broselianda

Presentó a sus amigos, quienes la acompañaron en algunos temas, así como a la guitarrista Rosa Matos que nos deleitó con un tema clásico, y cuando cantaron la Balada para un Loco, de Piazzola, ya yo estaba
rendido. Luego sale Broselianda y la acompaña con Los Mareados, y tras hacer una verdadera escena de drama a partir del tema, se queda abrazada, de rodillas, en posición de ruego, contra Liuba. El público en
delirio. Y yo también. Al final la condenada le estampó un beso en la boca a Liuba que fue envidia de muchos, y seguro que de muchas también.

Del horno a la boca

Salimos de ahí, eléctricos, no sin antes comprar el disco recién salido del horno, para buscar otro asunto, más terrenal, que también sale del horno: PIZZA….

Y entonces caminamos por El Vedado buscando unas buenas pizzas que, como además son en moneda nacional, nos resultaban una opción maravillosa. Las encontramos y ahí estaba, sin hacer ninguna bulla, el Pepe Ordás. Yo me puse a hacer canciones venezolanas para poner un ambiente en la cosa y ya una vez que llegaron las pizzas, estábamos armados de una bucanero por cabeza, con lo que la movida estaba completa.

Cuando por fin bajamos al hotel, Txema seguía perdido en el éter, así que le tocó dormir en mi habitación, que por esas cosas del destino, en vez de ser individual, tenía dos camas. La suerte nos ha acompañado en La Habana durante todo el viaje… ya verán.

(Continuará…)

AUDIO DEL TEMA YOLANDA POR EL TRÍO YAGUARAY Y EDUARDO PARRA:

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