Crónica

Crónicas Argentinas – El cristal con que miramos

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Ayer, 8 de junio,
cumplimos nuestro primer mes en Buenos Aires. Hasta ahora lo hemos
pasado muy bien y, como bien dice un amigo que conocimos hace poco,
“el señor nos ha llevado por el dulce camino”. Es verdad, no nos
hemos topado aún con las crudas realidades que indudablemente
también forman parte de esta sociedad, o quizá le hemos pasado al
lado sin notarlas demasiado.

La indigencia nos ha impresionado. La primera semana sólo vimos a dos personas en situación de calle y pensamos que eran pocos, pero al mudarnos a Balvanera notamos que son muchos más. Además, las condiciones que debe soportar un indigente en invierno deben ser tremendamente duras.

La indigencia ha crecido un 38% en Buenos Aires.

Todos, absolutamente todos
los argentinos con los que hemos compartido alguna conversación más
o menos larga y en la que se encaran temas sociales nos dicen lo
mismo, que la cosa está difícil, que ha disminuido el comercio en
los locales, que la inflación, que el 2×1.

Venezuela: la escasez de alimentos en su momento más álgido

Explico algunas
cosas para los no argentinos. Es cierto que el comercio está
experimentando un momento difícil: según leí en el diario La
Nación de hoy, las ventas en los mercados han disminuido un 4%. El
precio de las verduras es 16% más alto que el año pasado y
particularmente el tomate ha subido mucho, un 40%.

Argentina: aspecto típico de una frutería.

Cuando
llegamos, el dólar costaba 15,15 pesos. Hoy se cotiza en 15,8. Eso
significa que en un mes el peso argentino ha perdido casi el 5% de su
valor frente a la divisa norteamericana.

Por supuesto, lo
que nos pasa es que comparamos con nuestra propia realidad inmediata.
En Venezuela las ventas en los mercados de 2016 a 2017 disminuyeron
en 50%, de acuerdo con los pocos estudios disponibles.

En Venezuela se ha hecho cotidiana -y deprimente- desde hace tres años, la imagen de las largas filas de gente para comprar alimentos de primera necesidad (muchas veces la gente no sabe qué producto llegó ese día), el día en que se distribuyen en los mercados. De hecho, la ausencia de las filas suele ser motivo de alerta.

La fila indica que al mercado llegó “algo”.

Cuando
salimos hacia Buenos Aires, el dólar paralelo se cotizaba a 4 mil
600 bolívares. Hoy cuesta 6 mil 780. Eso significa una
desvalorización del bolívar equivalente al 47% en un mes. Pero
habrá quienes me digan que el valor del paralelo no es un buen
ejemplo.

Muy bien, tomemos el valor del Dicom, cambio oficial que se vende por medio de subastas.

Hace
un mes, el valor del dólar Dicom era de 706 bolívares. Hoy, tras la
segunda subasta, es de 2 mil 161 bolívares. De acuerdo con el valor
oficial del dólar Dicom, la divisa no es 47% más costosa, sino 206%
más costosa que hace un mes.

Comprenderán ahora los
amigos argentinos que 4% de disminución de ventas o 5% de
encarecimiento de la moneda nos resulten insignificantes, muy
difíciles de notar, frente al cuadro insólito del que venimos, en
el que los valores que encuentran gigantescos e inaceptables son 12
veces o hasta 50 veces menores que los de Venezuela.

No
es que no podamos ver la realidad; es que en relación a nuestro
propio proceso, respecto a nuestra realidad más reciente, esta realidad implica un
alivio.


Un pueblo inocente

El
2×1 es un tema muy delicado y que conocemos mal. Sin embargo y como
siempre, nos atreveremos. De acuerdo con lo que hemos averiguado, se
trata de una ley que duplica el cómputo del tiempo de prisión a los
presos que cumplen encierro preventivo. Es decir que si usted lleva
un año de prisión sin sentencia firme, ese año vale por
dos.

Explico un poco mejor. Supongamos que al Sr X se le
aprisionó en 1995 y estuvo 2 años en prisión mientras se le seguía
juicio. La sentencia firme ocurre en 1997. A efectos del ejemplo,
supongamos que esos dos años fueron exactos. Si la sentencia
finalmente es de 15 años, corresponde una rebaja de dos años,
correspondiente a los que ya se cumplieron en prisión durante el
juicio, con lo que quedarían 13 por cumplir. La ley del 2×1 duplicó
el valor de los años previos a la sentencia, así que de los 15 años
se rebajarían 4, quedando la sentencia en 11.

El
objetivo, se supone, era aliviar el atraso procesal (este asunto sí
lo conocemos bien en Venezuela), pero el resultado fue nulo (lógico,
porque el cómputo sólo es aplicable una vez obtenida la sentencia
firme) y el instrumento se derogó en el año 2001.

Increíblemente, el
martes 10 de mayo el congreso de la República Argentina sancionó
apresuradamente una ley que resucitaba la ley del 2×1, según me
dicen, con el fin de beneficiar a algunos esbirros de la dictadura de
Videla.

Afortunadamente en
Venezuela la última dictadura terminó en 1958 y muy poca gente
tiene recuerdos de los dislates cometidos en esos años.

Cementerio argentino en Las Malvinas.

La
última guerra en que participó Argentina fue la de Las Malvinas, en
1982. La última guerra importante en Venezuela ocurrió en 1899,
hace 118 años. Escasísimos venezolanos tienen idea de cómo es una
guerra moderna. Sencillamente son cicatrices que no tenemos. Y en
realidad tenemos pocas en relación a nuestros vecinos suramericanos.

Para nosotros es oscuro y asombroso encontrar en las
calles bonaerenses placas metálicas que conmemoran la desaparición
de Fulano de Tal, quien trabajó “aquí” hasta el día X. 

Todo está grabado en la memoria.
En ese sentido,
somos aún un pueblo muy inocente. Quizá por eso somos tan
desordenados. Quizá por eso algunos de mis compatriotas lanzan a los
cuatro vientos la sentencia de que hay una dictadura en Venezuela.

Quizá es todo mucho más parejo y sólo tenemos un
desfase temporal. Quizá todo radica en que usamos distintos
cristales para mirar nuestras realidades.

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