Chávez en CiudadCCS: 2.El gran impulsor de la cultura
Tras la muerte del presidente Hugo Chávez, tuve la ocasión de escribir algunas cosas para el diario CiudadCCS en donde me desempeñaba. Ya está publicado otro texto acerca del papel que le correspondió en la unificación suramericana. Ahora es turno de su aporte a la cultura.
Eduardo Parra Istúriz
El gran impulsor de la cultura
08/03/13 – El presidente Hugo Chávez nació en un pueblito perdido del llano venezolano: Sabaneta de Barinas. Creció, pues, en un medio natural, rodeado de las expresiones ancestrales del quehacer campesino. Su oficio de arañero lo vinculó desde niño con la gastronomía regional; y las labores de ordeño y de arreo del ganado también se encuentran, desde tiempos inmemoriales, unidos a la canción popular.
Su andar se acompañó siempre de algún pasaje lastimero o de un joropo recio. En sus anécdotas aparecían los espíritus de la sabana y su hambre se sació igualmente con arepas, casabe, negritas y carne en vara, expresiones todas de su identidad nacional.
Por todo eso no es de extrañar que la llegada del soldado Hugo Chávez a la silla presidencial, tras haber recorrido el país entero para empaparse de pueblo, haya marcado un punto de inflexión en el tratamiento que el Gobierno ofreció a la cultura.
Durante la Cuarta República, y muy especialmente en sus dos últimas décadas, los gobiernos del momento se dedicaron a intentar borrar, por razones diversas, la identidad nacional venezolana. Quizá la razón más importante para ello era la necesidad de convencer al pueblo de que las cosas fabricadas en el exterior eran de mayor calidad que las propias. Así se justificó la importación de productos innecesarios, pero “que el pueblo prefiere”, facilitando el desfalco de la nación. El esquema se repetía en otros países de la región, quedando de relieve que se trató de una política dirigida desde otros centros de poder.
Una muestra de esa política fue el decreto 598, del 03/12/1974 (G.O. 30.680) que exigía 50% de producción nacional en las radios. En realidad no llegaba a 20%.
Ese proceso de desplazamiento de lo autóctono se trasladó a las preferencias de la gente, televisión mediante. Desde allí y bajo la mirada cómplice del Gobierno se arrebató a los cultores la posibilidad de vivir de su oficio, de su ser creador.
El instrumento para ello fue el ya extinto Consejo Nacional para la Cultura (Conac), que asignaba recursos a la presentación del saber y los artistas foráneos, en detrimento de lo criollo, siempre soslayado.
Revolución y reivindicación
Con la llegada de la Revolución Bolivariana esta situación cambia rápidamente, puesto que el carácter antiimperialista de la misma hacía resonancia perfecta con los saberes que se mantuvieron latentes durante años.
Chávez planteó en 2004 una frase aún vigente: “No hay herramienta, en verdad, como la cultura, para lograr esa recuperación de conciencia, resurrección de pueblos, profundización de quienes hemos sido, quienes somos, y quienes podemos ser…”
En el Proyecto Nacional Simón Bolívar (2007-2013) quedó expresa la intención reintegradora en un capítulo llamado “Masificar una cultura que fortalezca la identidad nacional, latinoamericana y caribeña”. Era la primera vez que la cultura era considerada de ese modo en un proyecto nacional. Pero el impulso no comenzó en ese momento, sino que ya se había gestado por medio de importantes antecedentes.
Un paso clave para este renacer de la cultura es el inicio de los programas Aló Presidente en Radio Nacional de Venezuela. Aunque Chávez no fue el primer jefe de Estado en hacer programas de radio o televisión (Rafael Caldera hacía micros llamados “Habla el Presidente”), esta vez era diferente. No soltaba este hombre datos fríos de macroeconomía, sino que, desde el éter llegaban, mezclados con los logros de gestión, cantos y voces de nuestro terruño.
Chávez habló con lenguaje de pueblo y en clave criolla. A la par que se fortalecía su vínculo natural con el pueblo, también reaparecían vocablos y anécdotas que sólo un venezolano puede comprender.
Otro paso fue vincular al pueblo con la lectura. Primero impulsando una campaña de alfabetización que logró erradicar casi totalmente el absurdo manto oscuro de no poder leer ni escribir. Luego, con la distribución masiva de libros; primero muy pequeños y de contenido social, pero pronto de gran altura literaria, como el millón de ejemplares de Don Quijote y de Los Miserables.
Ya había pasado el tiempo de los golpistas, derrotados con el referendo de 2004. Se podía dedicar tiempo y asignar más recursos al tema cultural. El antiguo Conac inició una transformación que lo convertiría en un ministerio, y una vez establecido este nuevo órgano, se inició la transformación de sus entes adscritos y la creación de nuevas instituciones que estimularían la visión inclusiva de la cultura que tanto necesitaba el país.
Así, pronto se hizo evidente la necesidad de tener más y mejores imprentas; de ofrecer conciertos gratuitos para que el pueblo pudiese disfrutar de sus propios saberes; la necesidad de ofrecer estipendios a grandes cultores que habían sido abandonados, con saña, en la última gaveta de las prioridades del país. También se hizo evidente que un pueblo organizado y conocedor de sus derechos se haría rápidamente más culto y más ávido de conocimientos.
Cultura es el pueblo
Los entes culturales, ahora organizados en plataformas de acuerdo con su área de trabajo o estudio, se abocaron a la tarea de visibilizar lo más genuino del quehacer cultural criollo. El Ministerio del Poder Popular para la Cultura estableció, colocándolo en sus producciones y publicaciones, un lema que activaba la conciencia de una dupla fundamental: “La cultura es el pueblo”.
Y efectivamente, un intenso trabajo de recopilación, sistematización y difusión de los saberes populares permitió que, por todos los medios a disposición del Estado, pudiera mostrarse la enorme diversidad cultural que nos amalgama y define a un tiempo.
Dentro de ese crisol que nos fragua como nación, Chávez destaca por su verbo y liderazgo incombustible, mientras que a un tiempo su condición de zambo lo mimetiza entre su pueblo, al que llamó a resurgir, a pesar de todo el olvido al que se le sometió en pos de los intereses trasnacionales. ¡Chávez es el pueblo y el pueblo es la cultura!
Momentos clave en la cultura en Revolución
- El primer Aló Presidente. El 23 de mayo de 1999, el pueblo venezolano escuchó una nueva manera de hacer radio participativa, inaugurando un espacio de encuentro con la cultura popular.
- La Misión Robinson. En 2003 aparece la Misión Robinson, destinada a erradicar el analfabetismo del territorio nacional. Contra los primeros pronósticos, con el apoyo del sistema Yo sí puedo, creado por el Gobierno cubano, se cumple el objetivo y Venezuela se declara libre de analfabetismo.
- Comienza la transformación del Conac. En 2003 se integra el Consejo Nacional de la Cultura al Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, en lo que sería el primer paso para su liquidación y la aparición del actual Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
- Distribución masiva de libros. Aunque ya las comunidades habían recibido libros escolares, en 2005 se produce un boom con la distribución de un millón de ejemplares de Don Quijote de La Mancha. Luego, sería el turno para Los Miserables.
- Creación del Ministerio de la Cultura. El 10 de febrero de 2005 se da rango ministerial, con cartera, al renglón cultura; esto significará la asignación de recursos para proyectos y cultores.
- Creación del Centro de la Diversidad Cultural. En el año 2005 la Unesco aprueba con sólo dos abstenciones (EEUU e Israel) la promoción de la Diversidad Cultural en contraposición a la hegemonía de las “industrias culturales”. Un año más tarde, Chávez ofrece organicidad para ello con la creación del Centro de la Diversidad Cultural.
- Inclusión de la cultura en el Plan Nacional Simón Bolívar. En 2007 se convierte en línea de desarrollo nacional el fortalecimiento de una identidad nacional, latinoamericana y caribeña.