Primero de mayo, reivindicación socialista en la historia mundial
Este texto lo escribí hace dos años para el diario CiudadCCS. Descubrí hoy que el enlace a la noticia ya no funciona, así que lo resguardo acá lo más parecido posible a la publicación original.
Eduardo Parra Istúriz
Ahí les va 🙂
Primero de mayo, reivindicación socialista en la historia mundial
Los trabajadores del mundo están acostumbrados a cumplir jornadas de 8 horas y a recibir beneficios relacionados con su tiempo de servicio. Las vacaciones, las prestaciones sociales y los seguros que acompañan por ley a los contratos laborales en la mayor parte del planeta, sólo son posibles debido a la gesta que en 1886 cobró la vida de 8 sindicalistas aprisionados y ejecutados en Chicago, Estados Unidos.
La acción valerosa de esos sindicalistas en defensa de las reivindicaciones de los 200 mil obreros a los que representaban fue cobrada con sus vidas por un sistema dominado legalmente por el sector patronal, que en esa época obligaba a los trabajadores a jornadas de hasta 18 horas diarias.
En 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional declaraba en París que cada primero de mayo se conmemorase el Día Internacional del Trabajador, a fin de rendir homenaje a los Mártires de Chicago.
Ocho horas, ocho mártires
Aunque en el fondo los antecedentes de estos hechos se remontan a aquellos Derechos del Hombre y del Ciudadano que tanto influyeron en la Revolución Francesa, en Miranda y en Bolívar, es a finales del siglo XIX cuando el lema ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa se convierte en un motivo de lucha.
El escenario es Chicago, la segunda ciudad de Estados Unidos en esa época, y con una fuerza laboral tremendamente organizada. En octubre de 1884 la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, que agrupaba a la mayoría de los obreros, realiza un congreso en el que resuelve ir a la huelga en caso de que no se acepte la jornada laboral de 8 horas. Esta huelga se iniciaría, de acuerdo a lo pactado, el primero de mayo de 1886, paralizando a más de 200 mil personas.
Es por eso que a inicios de ese año, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo las ocho horas de trabajo. Sin embargo esta ley no se cumplía, y el sector empresarial encontraba modos de burlarla, de modo que otra central obrera, la Federación Americana del Trabajo, llamó a la huelga, que fue inmediatamente acatada.
El 2 y 3 de mayo la huelga se mantenía, con fuertes choques entre la masa obrera y la policía. El 4 de mayo se produjo un enfrentamiento tremendo en un lugar llamado Haymarket Square, en donde, tras la explosión de un artefacto que mató a un policía, la represión se desató, matando e hiriendo a un número desconocido de obreros.
Esto generó la declaración del toque de queda, y en los días siguientes se detuvo a centenares de obreros acusados del asesinato del policía. Se realizaron allanamientos y se realizó el montaje de descubrimientos de arsenales de armas, municiones, escondites secretos y demás preparativos para una guerra. Es así como 31 personas, luego simplificadas a ocho (seis de ellos europeos), terminaron siendo enjuiciadas en condiciones absolutamente contrarias a la ley y bajo acusaciones infundadas.
La prensa azuzaba con afirmaciones como esta: Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad.
Los ocho terminaron cumpliendo condenas terribles o ejecutados en la horca. Por eso la Internacional Socialista comprendió la importancia de su sacrificio y decretó el Día Internacional del Trabajador.
Lo más curioso es que, para evitar el avance del socialismo y el anarquismo, en EEUU y Canadá no se celebra el Día del Trabajador el 1º de mayo, sino el Labor Day, en septiembre. Otros países de habla inglesa tampoco atienden a esta fecha.
En Venezuela, este año, los trabajadores podrán celebrar no sólo esta reivindicación, sino también la puesta en vigor de la nueva LOTTT, otra reivindicación del socialismo, pero bolivariano.
Los ocho y sus condenas
Samuel Fielden: inglés, 39 años, obrero textil, condenado a cadena perpetua. Oscar Neebey: estadounidense, 36 años, vendedor, a 15 años de trabajos forzados. Michael Schwab: alemán, 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua.
Fueron ejecutados en la horca, el 11 de noviembre de 1887, los siguientes: George Engel: alemán, 50 años, tipógrafo. Adolf Fischer: alemán, 30 años, periodista. Albert Parsons: estadounidense, 39 años, aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado. August Vincent Theodore Spies: alemán, 31 años, periodista, y Louis Lingg: alemán, 22 años, carpintero, quien para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda.
El apóstol cubano, José Martí, se encontraba presente en el lugar de la ejecución, como reportero de La Nación de Buenos Aires, y escribió al respecto:
salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable .
Les dejo aquí un tema que hizo Silvio Rodríguez, dedicada a estos ocho mártires