Sociedad

Violencia sin golpear

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Tal vez paso por una etapa de sensibilidad especial; al fin y al cabo me reencuentro con la música, pero encuentro signos de mi sociedad que son completamente alarmantes. Cuento un par de anécdotas para ilustrar el tema:

Hace dos semanas y tanto, ingresé a una institución como periodista. A ese lugar ha ingresado mucho personal últimamente y por eso se realiza operativos de preparación a los recién llegados para que sepan a quién dirigirse en la Oficina de Recursos Humanos y como realizar sus diligencias.

Una vez reunidos en un salón, cual párvulos, una señora anónima, corpulenta, se dedicó a darnos unas instrucciones que, más que ello, sonaban como un regaño. Tragué grueso y esperé a ver qué decía. Explicaba que era necesario firmar una declaración jurada de bienes, que estaban apurados, que… que… que… y yo pensaba “¡pero si entré hace cuatro días!”

La perorata, digna de una madre enfurecida, se vio interrumpida por mi mano que, alzada, reclamaba un derecho de palabra. La señora hizo un alto y me preguntó qué pasaba. “Me disculpa, pero creo que ha comenzado la reunión por donde no es. Hasta ahora no entendí de qué se trata ni quien me habla. Le agradecería que se presentase, diese los buenos días, nos dijesen (refiriéndome a un equipo de 7 personas que la acompañaba) quiénes son y a qué se dedican, para al menos saber de qué se trata esta reunión.”

Los 8 palidecieron, y una de ellas tomó la palabra para ofrecer excusas y explicarse. El tono de la reunión cambió notablemente.

Hace 5 días hubo una nueva reunión; esta vez con los representantes del banco en el que se nos depositará el salario. Se trataba de un operativo de aperturas de cuentas de nómina. El banco envió a un señor muy amable y de buena expresión y trato. Lamentablemente también envió a dos malandros con empleo bancario, de los cuales no hubo tampoco buen día ni como están… y yo me preguntaba qué demonios hacía ese par de malandros trabajando en un banco, y cómo tratarían desde su taquilla a los incautos clientes.

Se me ocurrió preguntarle al malandro “A” por el contenido de una planilla que debíamos llenar, y el hombre, mosqueado, me increpó: “¿que te pasa, tienes algún problema?” (sólo le faltó decirme “qué te pasa, diablo”), a lo que rápidamente respondí, muy alto: “Sí, que no te entiendo y necesito llenar esto”.

El hombre tuvo aún la cachaza de decir: “señores, nosotros le estamos evitando a ustedes hacer una cola en el banco, le estamos haciendo un favor”… en verdad, no quise refutar el asunto, porque había una mujer con dolor de muelas que necesitaba irse pronto. La muela salvó al malandro “A” de una agria respuesta relativa a su salario, a sus ocupaciones y sus deberes como funcionario del banco.

Y estas son sólo dos anécdotas ligadas al ámbito laboral. Pero en la calle debe soportarse que hombres y mujeres suelten las palabras más duras del argot coloquial sin reparar en presencia de niños o niñas. No hablo de “pendejos” o “coños”, sino de palabras que ruborizan a los mecánicos de los talleres.

El grito por encima de la cabeza de uno mientras se hace la cola para ser atendido en un kiosko es el pan de cada día. ¡Qué difícil se hace lograr un “buen día”! ¿qué está pasando? ¿se apodera la ley del mas fuerte de las relaciones humanas? ¿por qué es tan raro que la gente apague el celular en el cine?…

O díganme, francamente ¿ando sensible?

3 Comentarios

  • alfredo447

    Caramba, hermano, es que el declive de los “buenos días” es como para poner sensible a quien en realidad le duele la ausencia de personas.
    Todos los días me monto al menos en dos camioneticas, con un sonriente Buenos Días, y a veces nadie responde. Cuando es así, hago mi mayor esfuerzo por mantener esa sonrisa hasta que llego a mi asiento, y allí dejo que la decepción aflore.

    Pero cada día, como aprendí en casa, disparo sin contemplaciones mi Buenos Días contra la desidia y la apatía, antes que ellas me acribillen a mí.

  • Saul MgRoguez

    Muy buen artículo, realmente las expresiones de cortesía se han perdido, unas de ellas también son las “Gracias” tan fácil que es decirlo, suena tan bien… nada cuesta expresarlo, ni en lo mas mínimo, ya que por lo menos a mi se me ocurre siempre ayudar a las demás personas en la calle cuando lo necesitan, sin nada a cambio claro está, sólo espero las gracias, pero ni eso..

    Muy bueno tu Blog..Felicidades! En cual de todos colocastes el vínculo para agregarte también?..

    Saludos.!

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