Crónica,  Viajes

Postal de La Habana

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Sí, pasó un mes y seguramente pierdo a 15 de los 25 lectores habituales por andar tardándome tanto. Han pasado tantas cosas desde la última entrega que cuesta trabajo explicar. Sin duda lo más relevante es el ansiado viaje a La Habana, Cuba, que finalmente se dio.

“Desde el balcón que daba al malecón
veía cada mañana
los peces de La Habana
bailando con la historia un guaguancó”
Joaquín Sabina

Entre el 29 de julio y el 6 de agosto nos dimos el permiso de soñar, y asistimos al XI Encuentro de la Tropa Cósmica. Más de 80 locos enamorados de la música mágica de Silvio Rodríguez nos bebimos todo el ron, dejamos sorda a La Habana con nuestros alaridos en el Parque Lennon, dejamos al mundo sin amor, de tanto darnos abrazos, y nos regalamos el más preciado tesoro: la experiencia de la amistad, la de esos amigos que viajamos en la punta del amor.

La Habana es una ciudad en donde el tiempo se congela, dice Samuel Águila, y debe ser lo único que se congela, porque la humedad de las aguas del Atlántico y la temperatura de la isla no permiten ni siquiera el uso de jeans, so pena de acabar emparamado. En sus calles rectas, su cuadrícula casi perfecta, su Vedado, su Barrio Chino, su Malecón, su Morro, ahí dejé parte del corazón… se quedó repartido entre tantos troperos, cubanos o no, que ahora saben de mi sangre, de que no vendo ni rajo mi pasión… en La Habana hay, sí, dificultades, desigualdades a pesar de todo; pero mucha cultura, música a granel, pinturas, fotógrafos, y ningún niño abandonado en la calle; ningún indigente, ningún “¡manos arriba o disparo!”

La Habana ha marcado mi existencia y seguramente, a pesar de la rapidez con la que uno debe incorporarse a la labor diaria a la velocidad del periodismo y el agite caraqueño; se me queda pegado un “asere”, un “qué bolá”, entre las costillas, un poquitico a la izquierda del esternón.

La capital cubana es, desde la perspectiva de un caraqueño común, un gran museo habitado y al aire libre, en donde una foto espera en cada esquina y el mar te desafía entre flujo y reflujo golpeando incesante el bellísimo malecón. Un pueblo grande, una mini ciudad con 2 millones y tantos habitantes, con ritmo lento, con paz de saberse quieta en su sitio, amando esa lengua salada que la besa sin tregua.

Caracas se me presenta ahora tan urbana, tan grande, tan inhumana y sin embargo tan amada… mi tierra, mi patria chica con su montaña y sus 25 centígrados, con sus 6 millones de almas pisando fuerte, sobre y bajo tierra, creando y creyendo en el futuro.


En mi Caracas, la vida, mi arepa, mi pabellón, un pueblo haciendo revolución, recién empezando a creer. En La Habana los ideales, Fidel y, hasta siempre, el Ché.

6 Comentarios

  • Tropadicta

    Ay Eduardo! Me hiciste emocionar hasta la melancolia!
    Gracias por tus palabras y gracias por volver a tu blog. Por lo menos aqui has ganado una nueva lectora apasionada
    TQM

  • Jacquelinne Garzo

    Hola
    Me encantaron tus fotograf�as…qu� envidia! sue�o con conocer Cuba, esta Cuba que tu muestras. Espero alg�n d�a poder ir
    Saludos desde Chile, Jacquelinne

  • alfredo447

    Caramba, Camarada, està plenamente justificada su ausencia de estos lares cibernèticos. Además, ir a Cuba es una experiencia que seguro, como dices tú, le cambia la vida.

    Yo no he ido, pero al compartir con cada camarada que la ha visitado es como si por un momento uno de alguna manera se paseara por allá, y los relatos son siempre emocionantes, como por supuesto tambièn es tu caso.

    Un gran abrazo mi hermano, y aprovecho para notificarle que le he otorgado el “Thinking Blogger Award”

  • Glenda

    …ya nos veremos tú y yo
    juntos en la misma calle
    hombro con hombro yo y tú…

    …y reir y reir y reir
    madrugadas sin ir a dormir…

    Ojalá…que se repita pronto!

    Besotes de choco.

  • La Vero Vero

    Pero algún rato volvemos los perdidos.

    Hermosas fotos. Hermosa Habana.

    Te abrazo fuerte, fuerte. Y ahora, con conocimiento de causa. Y firme con ella.

  • Marcelo Vega

    Eduardo, fue un gusto conocerte y compartir contigo en La Habana, el mejor regalo que me hiciste, sin saberlo tú, fue el cantar de una manera magistral canciones preciosas de tu país como “Pueblos Tristes”, “Mercedes” y “La vaca Maripos”…Por esos momentos, te estaré eternamente agradecido. Marcelo Vega

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